Antes de arrancar, asegurate de tener el área despejada y una escalera estable para llegar al techo. Revisá que la superficie esté limpia y que tengas todas las herramientas que vas a usar a mano.
Siempre que trabajes con electricidad, cortá la corriente desde el tablero eléctrico principal. No alcanza con apagar la llave, asegurate de que no haya tensión en los cables.
Usá la base metálica de la lámpara como guía para marcar en el techo los puntos donde tenés que perforar. Esto te asegura que quede centrada y bien sujeta.
Con un taladro y una mecha adecuada para el material (hormigón, ladrillo, yeso), hacé los orificios en los puntos marcados.
Insertá los tarugos correspondientes al tipo de techo. Usá tarugos plásticos para hormigón o molly si es yeso. Asegurate de que queden firmes.
Colocá la pletina metálica y atornillala con tornillos adecuados. Verificá que no se mueva ni quede torcida, ya que eso afecta el resultado final.
Uní los cables de la lámpara con los del techo usando una regleta o bornera. Normalmente vas a encontrar fase (marrón o negro), neutro (azul) y tierra (verde/amarillo). Verificá que los empalmes estén firmes y bien aislados.
Enganchá o ajustá la lámpara a la base metálica. Algunos modelos llevan un gancho de seguridad o un sistema de encastre. Una vez montada, asegurate de que no tenga juego.
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